Picture this: almost 300 million workers will enter the global workforce within the next decade. Only 5 million, however, will be workers from the Global North. The vast majority will live in the Global South –primarily in low and lower-middle-income countries. In times of the 4th Industrial Revolution, the key to the future of work lies in the intersection of the demographic transitions and the reskilling of the Global South labour force.

Artificial Intelligence (AI) is a General-Purpose Technology (GPT) fuelling a new industrial era. This development is creating new job opportunities for technology-savvy workers, but it also threatens the livelihood of men and women doing routine work, e.g., at an assembly line. A successful readaptation of both skills and labour market institutions is crucial. It is necessary to get workers to stop performing “old” tasks and avoid becoming part of the digital proletariat. So how do these technologies affect the labour market in the Global South, now and in the near future? And what can be done to prepare it for the new scenario?

No time to waste

This global divide in terms of growth and development translates into a worldwide division of labour – ecosystems of production and work that run in parallel tracks at different speeds. According to the International Labour Organisation (ILO), while the Global North only represents 15% of total employment, it captures more than 30% of global high-skilled jobs worldwide. As specified in a study by Lewandowsky et al. (2019), routine jobs are more pervasive in low- and middle-income countries. It is not bad in itself. Yet, in the fourth industrial revolution era, these are precisely the jobs more susceptible to automation and at higher risk of disappearing. Global South governments need to revert this trend. They have to enable more resilient labour markets and allow workers to thrive in the digital economy.

This divide is also visible in the diffusion of advanced technologies. As “followers” in the previous industrial revolutions, Global South countries have not developed the conditions to innovate systematically or absorb the latest technologies quickly. Indeed, the pace of technological change is slow in the Global South. It puts these economies at risk of being left further behind.

Demographics show that the future of work will take place in low and lower-middle-income countries. For the fourth industrial revolution to be a game-changer worldwide, it needs to consider developing countries’ complex needs and specific contexts. It includes a variety of factors absent in the Global North, which are not at the centre of the global discussions on the future of work.

A call to action to the global community

Both national and international policies to foster technological change and accelerate the reskilling of its labour force are crucial to help transform this opportunity into decent jobs.

First, the international community should support the developing world in accelerating digital transformation and directing it to maximize job creation. There are several avenues for achieving this goal. They range from financing digital infrastructure to encouraging Global North firms to transfer technology and knowledge to the Global South (e.g., via smart interventions in Global Value Chains).

Second, it is paramount to support low-and middle-income countries with knowledge, technology, and, you guessed it, cash. The swift reskilling of those in the current labour market and the millions more to come is an urgent task. It includes promoting inclusive and innovative education and learning schemes and institutions.

Third, the increasing importance of digital labour platforms calls for global cooperation to agree on general principles for fair working conditions. Whether these new intermediaries will improve or worsen working conditions is yet to be seen. Appropriate and coordinated regulations play a crucial role.

Finally, giving more room to southern perspectives in shaping global visions on the future of work is critical. These are thrusting and diverse voices, pushing for more inclusive and innovative labour markets. Yet, the international community has to allow for these voices to be heard and empower them to earn the more prominent space they deserve. Three hundred million future workers need it.

  

This article showcases a part of Southern Voice’s input to the UN Secretary-General’s “Our Common Agenda” (OCA).

In commemoration of the UN’s 75th anniversary, member states signed a declaration identifying twelve areas of action for global cooperation and recovery. In response to this, the Secretary-General presented the “our common agenda” (OCA) report, making recommendations on fulfilling the twelve commitments of the UN75 declaration.

The office of the Secretary-General invited Southern Voice to contribute to this report. The network had four background notes cited in the final OCA and commissioned four policy briefs from its think tanks in Africa, Latin America, and Asia. These briefs highlight and make recommendations on essential points from the report, including the future of work, multilateral systems, vaccine equity, energy access, and public information.

Text editor: Gabriela Keseberg Dávalos

El futuro del empleo: Un llamado global a la acción

Por Ramiro Albrieu y Megan Ballesty

Casi 300 millones de trabajadores se incorporarán a la fuerza laboral mundial en la próxima década. Sin embargo, solo 5 millones serán trabajadores procedentes del Norte Global. La inmensa mayoría vivirá en el Sur Global –principalmente en países de ingreso bajo y medio-bajo. En tiempos de la 4ª Revolución Industrial, la clave del futuro del trabajo reside en la intersección de las transiciones demográficas y la readaptación de habilidades de la fuerza de trabajo del Sur Global.

La Inteligencia Artificial (IA) es una tecnología de propósito general que impulsa una nueva era productiva. Esta mutación crea nuevas oportunidades para los trabajadores con habilidades complementarias a las nuevas tecnologías, pero también amenaza el sustento de los hombres y mujeres que realizan trabajos rutinarios (por ejemplo, en una cadena de montaje). Es crucial una rápida readaptación tanto de las habilidades como de las instituciones del mercado laboral. Es necesario conseguir que los trabajadores dejen de realizar las “viejas” tareas y evitar que pasen a formar parte del proletariado digital. Entonces, ¿cómo afectan estas tecnologías al mercado laboral del Sur Global, ahora y en un futuro próximo? ¿Y qué se puede hacer para prepararse para el nuevo escenario?

No hay tiempo que perder

La división global entre Norte y Sur, en términos de crecimiento y desarrollo, se traduce en una división mundial del trabajo: ecosistemas de producción y trabajo que circulan por vías paralelas a diferentes velocidades. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), mientras que el Norte Global solo representa el 15% del empleo total, acapara más del 30% de los empleos globales de alta calificación en todo el mundo. Como se especifica en un estudio de Lewandowsky et al. (2019), los trabajos rutinarios están más extendidos en los países de ingresos bajos y medios. Esto no es algo malo en sí mismo; sin embargo, en la era de la 4ª Revolución Industrial, estos son precisamente los trabajos más susceptibles de ser automatizados y con mayor riesgo de desaparecer. Los gobiernos del Sur Global tienen que revertir esta tendencia. Tienen que habilitar mercados laborales más resilientes y permitir que los trabajadores se desarrollen en la economía digital.

Esta brecha también es visible en la difusión de las tecnologías avanzadas. Como “seguidores” de las anteriores revoluciones industriales, los países del Sur Global no han desarrollado las condiciones para innovar sistemáticamente o absorber las últimas tecnologías con rapidez. De hecho, el ritmo del cambio tecnológico es lento en el Sur Global. Esto hace que estas economías corran el riesgo de quedarse aún más rezagadas.

La demografía muestra que el futuro del trabajo tendrá lugar en los países de ingreso bajo y medio-bajo. Para que la cuarta revolución industrial cambie las reglas del juego a nivel mundial, se debe tener en cuenta las complejas necesidades y los contextos específicos de los países en desarrollo. Esto incluye una serie de factores ausentes en el Norte Global y que no están en el centro de los debates mundiales sobre el futuro del trabajo.

Un llamado a la acción para la comunidad internacional

Las políticas nacionales e internacionales para fomentar el cambio tecnológico y acelerar la readaptación de habilidades de su fuerza laboral son cruciales para ayudar a transformar esta oportunidad en empleos decentes.

Primero, la comunidad internacional debe apoyar al mundo en desarrollo para acelerar la transformación digital dirigida a maximizar la creación de empleo. Existen varias vías para lograr este objetivo. Van desde la financiación de la infraestructura digital hasta el fomento de la transferencia de tecnología y conocimientos por parte de las empresas del Norte Global al Sur Global (por ejemplo, mediante intervenciones puntuales en las Cadenas Globales de Valor).

Segundo, es primordial apoyar a los países de ingresos bajos y medios con conocimientos, tecnología y, por supuesto, financiamiento. La rápida recualificación de los que están en el mercado laboral actual y de los millones que vendrán es una tarea urgente. Esto incluye la promoción de planes e instituciones de educación y aprendizaje inclusivos e innovadores.

Tercero, la creciente importancia de las plataformas laborales digitales exige una cooperación mundial para acordar principios generales para condiciones de trabajo justas. Todavía está por verse si estos nuevos intermediarios mejorarán o empeorarán las condiciones de trabajo. Una normativa adecuada y coordinada desempeña un papel fundamental.

Por último, es fundamental dar más espacio a las perspectivas del Sur en la configuración de las visiones globales sobre el futuro del trabajo. Se trata de voces potentes y diversas que abogan por mercados laborales más inclusivos e innovadores. Por ende, la comunidad internacional tiene que promover que estas voces sean escuchadas y empoderarlas para ganar el espacio prominente que merecen. Trescientos millones de futuros trabajadores lo necesitan.

L’avenir de l’emploi : Un appel mondial à l’action

Par Ramiro Albrieu, Megan Ballesty

Le 24 janvier 2022

Imaginez la situation : près de 300 millions de travailleurs entreront sur le marché du travail mondial au cours de la prochaine décennie. Toutefois, seuls 5 millions seront des travailleurs issus du Nord. La grande majorité d’entre eux vivront dans les pays du Sud, principalement dans les pays à revenu faible ou intermédiaire inférieur. À l’heure de la quatrième révolution industrielle, la clé de l’avenir du travail se trouve à l’intersection des transitions démographiques et de la reprofessionnalisation de la population active du Sud.

L’intelligence artificielle (IA) est une technologie à usage général (GPT en anglais) qui alimente une nouvelle ère industrielle. Cette évolution crée de nouvelles opportunités d’emploi pour les travailleurs versés en technologie, mais elle menace également les moyens de subsistance des hommes et des femmes effectuant des travaux de routine, par exemple sur une chaîne de montage. Une réadaptation réussie des compétences et des institutions du marché du travail est cruciale. Il faut amener les travailleurs à cesser d’effectuer les « anciennes » tâches et éviter de faire partie du prolétariat numérique. Comment ces technologies affectent-elles le marché du travail dans les pays du Sud, aujourd’hui et dans un avenir proche ? Et, que peut-on faire pour préparer le marché à ce nouveau scénario ?

Pas de temps à perdre

Cette fracture mondiale en termes de croissance et de développement se traduit par une division mondiale du travail – des écosystèmes de production et de travail qui suivent des voies parallèles à des vitesses différentes. Selon l’Organisation internationale du travail (OIT), alors que le Nord global ne représente que 15 % de l’emploi total, il capte plus de 30 % des emplois mondiaux hautement qualifiés dans le monde. Comme le précise une étude de Lewandowsky et al. (2019), les emplois routiniers sont plus répandus dans les pays à revenu faible ou intermédiaire. Ce n’est pas mauvais en soi. Cependant, à l’ère de la quatrième révolution industrielle, ce sont précisément les emplois les plus sensibles à l’automatisation et les plus exposés au risque de disparition. Les gouvernements des pays du Sud doivent inverser cette tendance. Ils doivent rendre les marchés du travail plus résilients et permettre aux travailleurs de s’épanouir dans l’économie numérique.

Ce fossé est également visible dans la diffusion des technologies avancées. En tant que « suiveurs » des précédentes révolutions industrielles, les pays du Sud n’ont pas développé les conditions nécessaires pour innover systématiquement ou absorber rapidement les dernières technologies. En effet, le rythme de l’évolution technologique est lent dans les pays du Sud. Ces économies risquent donc d’être davantage laissées pour compte.

Les données démographiques montrent que l’avenir du travail se jouera dans les pays à revenu faible ou intermédiaire inférieur. Pour que la quatrième révolution industrielle change la donne dans le monde entier, elle doit tenir compte des besoins complexes et des contextes spécifiques des pays en développement. Ceci inclut une variété de facteurs absents dans le Nord global, qui ne sont pas au centre des discussions mondiales sur l’avenir du travail.

Un appel à l’action pour la communauté mondiale

Les politiques nationales et internationales visant à favoriser l’évolution technologique et à accélérer la reprofessionnalisation de la population active sont essentielles pour aider à transformer cette opportunité en emplois décents.

Premièrement, la communauté internationale devrait aider le monde en développement à accélérer la transformation numérique et à l’orienter de manière à maximiser la création d’emplois. Il existe plusieurs moyens d’atteindre cet objectif. Cela va du financement de l’infrastructure numérique à l’encouragement des entreprises du Nord à transférer des technologies et des connaissances vers le Sud (par exemple, par des interventions ciblées dans les chaînes de valeur mondiales).

Deuxièmement, il est primordial de soutenir les pays à revenu faible et intermédiaire en leur fournissant des connaissances, des technologies et, vous l’aurez deviné, de l’argent. La reprofessionnalisation rapide des personnes qui se trouvent sur le marché du travail actuel et des millions d’autres à venir est une tâche urgente. Il s’agit notamment de promouvoir des programmes et des institutions d’éducation et d’apprentissage inclusifs et innovants.

Troisièmement, l’importance croissante des plateformes numériques de travail exige une coopération mondiale afin de convenir de principes généraux pour des conditions de travail justes. Il reste à voir si ces nouveaux intermédiaires amélioreront ou aggraveront les conditions de travail. Des réglementations appropriées et coordonnées joueront un rôle crucial.

Enfin, il est essentiel de donner plus de place aux perspectives du Sud dans l’élaboration des visions mondiales sur l’avenir du travail. Il s’agit de voix fortes et diverses, qui militent pour des marchés du travail plus inclusifs et innovants. Pourtant, la communauté internationale doit permettre à ces voix d’être entendues et leur donner les moyens de gagner la place centrale qu’elles méritent. Trois cents millions de futurs travailleurs en ont bien besoin.