In the wake of COVID-19, Uganda should embrace the idea of “building back better”. It is an opportunity to make…
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According to the National Statistics Institute’s (INE) employment survey, there are around 1.8 million fewer people in Chile employed today than a year ago. Economic crises always affect employment, but this time it has been different. Unlike the usual situation, it is women’s jobs that have been hit the hardest. Indeed, while women hold just over 40 % of the jobs in the country, half of those lost were held by women.
Cyclical fluctuations tend to intensify in sectors such as construction and manufacturing, which employ mostly men. This time, the hardest-hit sectors have been those that require more intense interaction between people, whether in consumption or production. Four such sectors account for two-thirds of women’s job losses:
- commerce,
- work in private households,
- hotels and restaurants,
- and education
Until a vaccine is found, productive activity in these sectors will surely continue to lag behind, and with it, women’s employment. In addition, as long as schools remain closed, women are more likely to be responsible for looking after their children at home. This situation is difficult to handle, even for women who have the possibility of teleworking.
The Chilean government has announced a major plan for economic recovery. Its central pillar is a set of public investment initiatives in water infrastructure and logistics, and in housing. International evidence shows that such initiatives have the potential to generate a significant impact on economic activity. However, these are almost purely male direct jobs: in normal times, less than 10% of total employment in construction is held by women.
Policies without effect
The Government’s plan also includes temporarily extending the Women’s Labour Benefit (BTM in Spanish) from 40% of the Household Social Register (RSH in Spanish) to 60% in order to encourage female employment. Given the design of the BTM, this extension is unlikely to have a significant effect on women’s employment opportunities. This is because the programme has other access restrictions that are much more relevant than the vulnerability section in the RSH.
The BTM, created in 2012, provides resources to women between the ages of 25 and 59 whose gross monthly earnings do not exceed $475,000 (630 USD). It also provides benefits to their employers. The amount of the benefit varies with the agreed salary. In the case of a female worker receiving the minimum wage, the subsidy is $31,000 (41 USD) per month for her and $15,000 (20 USD) for her employer. Finally, the benefit is paid to the woman for up to four continuous years and to the employer for up to two years.
The low amount of the subsidy, together with age and time restrictions and coverage concentrated on low wages, prevent reaching a wider group of women. These barriers are much more important than the section covered by the RSH. These are the changes that would need to be implemented in order to recover the female employment lost through this route. Furthermore, these are changes that should be made permanent in order to give real relevance to this tool.
Along with the BTM’s extension, the government has announced the creation of a temporary subsidy for unemployed or suspended workers. According to press reports, this would be a much more generous subsidy than the BTM. It would cover contracts for salaries up to one million pesos (1320 USD) per month. This is an interesting design, with the potential to impact employment. However, under current conditions, it will disproportionately benefit men. Any ‘neutral’ design, that fails to address the specific difficulties women face today in employment will have that effect.
Long way to gender equality in employment
To achieve gender equality, specific difficulties have to be addressed. For example, the temporary employment subsidy could be gender-differentiated. Or it could be accompanied by an allowance for childcare, eldercare or other dependants. These measures could be complemented by cash transfers to women operating an informal business. Special support can also be given to sectors that employ women, assisting their sanitary transformation so that they can continue to operate despite the demands of physical distancing. Finally, infrastructure investments can also include developments in infrastructure related to caregiving.
For the recovery to be equitable, the plan behind it cannot be blind to men’s and women’s different working realities. Prior to the Covid-19 crisis, gender occupational gaps had been gradually closing. Measures to address the pandemic must secure the gains in gender equity as proposed in Sustainable Development Goal 5 and lay the groundwork for an inclusive and sustainable recovery.
Disclaimer: the original article in Spanish was published in August 2020, before the Chilean government announces job subsidies.
Text editor: Gabriela Keseberg Dávalos
Las mujeres chilenas en la reactivación post-pandemia
por Andrea Repetto
«Para equiparar las condiciones de género hay que hacerse cargo de dificultades específicas. Por ejemplo, el subsidio temporal al empleo podría ser diferenciado por género»
Para equiparar las condiciones de género hay que hacerse cargo de dificultades específicas. Por ejemplo, el subsidio temporal al empleo podría ser diferenciado por género, o podría ir acompañado de un subsidio al cuidado de niños, adultos mayores u otros dependientes’.
De acuerdo a la encuesta de empleo del INE, hoy hay alrededor de 1,8 millones menos de personas ocupadas que hace un año atrás. Las crisis económicas siempre afectan el empleo, pero esta vez ha sido distinto: a diferencia de lo habitual, el empleo más afectado ha sido el femenino. En efecto, si bien las mujeres ocupan algo más del 40% de los puestos de trabajo en el país, la mitad de aquellos que se han perdido han sido puestos ocupados por mujeres.
Las fluctuaciones cíclicas suelen ser más intensas en sectores como la construcción y las manufacturas que proporcionalmente emplean a hombres. Esta vez, los sectores más afectados han sido aquellos que requieren más intensamente de la interacción entre personas, ya sea en el consumo o en la producción. Cuatro sectores de estas características explican dos tercios de la pérdida de empleos femeninos: el comercio, el trabajo en casa particular, los hoteles y restaurantes, y la enseñanza.
Mientras no haya una vacuna, seguramente la actividad productiva de estos sectores seguirá rezagada, y con ello también el empleo de las mujeres. A ello se agrega que mientras las escuelas sigan cerradas, serán ellas quienes probablemente asuman la responsabilidad del cuidado de niñas y niños en el hogar. Esta situación dificulta incluso el trabajo de aquellas mujeres que, por sus ocupaciones, tienen la posibilidad de trabajar a distancia.
El Gobierno ha anunciado un importante plan para la reactivación económica, cuyo pilar central es un conjunto de iniciativas de inversión pública en infraestructura hídrica y logística, y en vivienda. La evidencia internacional muestra que iniciativas como estas tienen el potencial de generar un impacto importante en la actividad económica. Sin embargo, se trata de empleo directo casi puramente masculino: en tiempos normales, menos del 10% de la ocupación total en la construcción es femenina.
El plan del Gobierno incluye, además, extender temporalmente el Bono al Trabajo de la Mujer (BTM) desde el tramo del 40% del Registro Social de Hogares (RSH) al tramo del 60%, para así favorecer el empleo femenino. Dado el diseño del BTM, es improbable que esta extensión genere un efecto importante en las oportunidades laborales de las mujeres. Ello, porque el programa tiene otras restricciones de acceso mucho más relevantes que el tramo vulnerabilidad en el RSH.
El BTM, creado en el año 2012, entrega recursos a mujeres en edades entre los 25 y 59 años, y cuyas remuneraciones brutas mensuales no exceden los $475 mil. También entrega beneficios a sus empleadores. El monto del beneficio varía con el salario pactado. En el caso de una trabajadora que percibe el salario mínimo, el subsidio es de $31.000 al mes para ella y de $15.000 para su empleador. Finalmente, el bono se paga a la mujer por a lo más cuatro años continuos y al empleador, por a lo más dos.
Es este bajo monto del subsidio, junto a las restricciones temporales y de edad, y la cobertura concentrada en salarios bajos, lo que impide llegar a un grupo más amplio de mujeres. Estas barreras son mucho más importantes que el tramo del RSH cubierto. Esos son los cambios que habría que implementar si se desea recuperar el empleo femenino perdido por esta vía. Por lo demás, son modificaciones que se debiesen hacer en forma permanente para darle relevancia real a la herramienta.
Junto a esta extensión del BTM, el Gobierno ha anunciado la creación de un subsidio temporal en beneficio de trabajadores desempleados o suspendidos. De acuerdo a información de prensa, se trataría de un subsidio bastante más generoso que el BTM y que cubriría contratos por remuneraciones hasta el millón de pesos mensuales. Se trata de un diseño interesante, con potencial de impactar el empleo, pero que, en las condiciones actuales beneficiará desproporcionadamente a los hombres. Todo diseño ‘neutral’, que no atienda las dificultades específicas que enfrentan las mujeres hoy para emplearse, tendrá ese efecto.
Para equiparar las condiciones de género, entonces, hay que hacerse cargo de esas dificultades específicas. Por ejemplo, el subsidio temporal al empleo podría ser diferenciado por género, o podría ir acompañado de un subsidio al cuidado de niños, adultos mayores u otros dependientes. Estas medidas podrían ser complementadas con transferencias directas a mujeres que operan emprendimientos informales. Asimismo, se puede apoyar de manera especial a los sectores que emplean mujeres, facilitando su transformación sanitaria para que puedan seguir funcionando a pesar de las exigencias de distanciamiento físico. Finalmente, la inversión en infraestructura también puede incluir avances en la infraestructura para el cuidado.
Para que la reactivación sea equitativa, el plan que la sustenta no puede ser ciego a las distintas realidades laborales de hombres y mujeres. Previo a la crisis del covid-19, las brechas ocupacionales de género se habían ido cerrando paulatinamente. Las medidas para enfrentar la pandemia deben asegurar lo ganado en equidad de género y sentar las bases para una reactivación inclusiva.
Publicada en El Mercurio el 09-08-2020