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The economic session panel of the virtual conference “Think Tanks and COVID-19 in Latin America” looked at the challenges facing the region in light of the current crisis. Verónica Serafini from CADEP (Paraguay), Miguel Jaramillo from GRADE (Peru) and Pedro Argumedo from FUSADES (El Salvador) were part of the panel. Ana Patricia Muñoz from Grupo Faro (Ecuador) moderated it. The researchers analyzed the measures taken in their respective countries.
Talking about Latin America implies talking about heterogeneity. Most countries in the region rank as upper-middle-income economies. However, they are also characterized by their increasing poverty rates and the highest levels of income inequality worldwide. “The expansion of the middle class in the region is a myth,” said Verónica Serafini, of CADEP. In Latin America, the middle class grew in terms of income, but not in terms of social protection. In other words, the region has a rising, but at the same time very vulnerable, middle class. In addition, the highest recorded informality rates exacerbate social inequalities. These aspects are vital in contextualizing the situation in this part of the world and understanding the damage the crisis creates.
The global spread of the pandemic affects Latin American countries differently. Some economies are especially vulnerable. Such is the case of dollarized countries, given the limitation that this represents in their monetary policy. When speaking of vulnerability, it is essential to remember the strong link between the economies of the region and the international markets. Countries dependent on raw material exports, such as oil and minerals, are especially affected. Further factors of vulnerability prevalent among some Latin American economies are high levels of indebtedness and low monetary reserves.
The demand for resources to finance the COVID-19 response is exceptionally high. The more restrictive the measures to contain the pandemic, the greater the need for resources. When thinking about financing options for the coming years, countries must take into account tax collection, the existence and, ideally, the reduction of illicit financial flows as well as levels of public and private debt. Furthermore, the growing need for resources raises new questions about the benefits and levels of transparency that multilateral and bilateral financing systems offer. The characteristics of the public sector, the institutional framework, and the capacity of civil society to audit debt are additional factors to consider when exploring financing options to face the crisis.
Latin American countries have put in place support programs for businesses and households. These range from providing food and making cash transfers to creating funds and plans for business support and recovery. The size and scope of these programs depend on each economy. However, high levels of informality and low levels of bank usage in the region have made it challenging to implement these measures.
A robust financial system, with sufficient liquidity, is key to revitalizing the region’s economy. Now more than ever, it is crucial that the financial operations of each country remain flexible and manage to adapt to the heterogeneous needs of households and production systems.
Without a doubt, the crisis Latin America is facing presents us with multiple challenges. Despite this, the virtual panel discussion ended on a positive note: it emphasized that this can also be an opportunity to lay the foundations for an economy and a functional and universal social protection system in the region.
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COVID-19: Una mirada a los retos económicos de Latinoamérica
¿Cuáles son los desafíos que enfrenta la región frente a la crisis actual? El panel de la sesión económica de la conferencia virtual “Think Tanks y COVID-19 en Latinoamérica” estuvo conformado por Verónica Serafini de CADEP (Paraguay), Miguel Jaramillo de GRADE (Perú), Pedro Argumedo de FUSADES (El Salvador) y moderado por Ana Patricia Muñoz de Grupo Faro (Ecuador). Los investigadores trataron de dar respuesta a esta pregunta analizando las medidas adoptadas en sus respectivos países.
Hablar de América Latina implica hablar de heterogeneidad. La mayoría de países de la región pertenecen al grupo de ingresos medio alto, sin embargo están también caracterizados por registrar tasas de pobreza en aumento y los mayores niveles de desigualdad de ingresos a nivel mundial. “La expansión de la clase media en la región es un mito”, afirmó Verónica Serafini de CADEP. En América Latina la clase media creció en términos de ingresos, pero no en términos de protección social. Es decir, la región tiene una clase media creciente, pero al mismo tiempo muy vulnerable. A esto debe sumarse que registra una de las tasas más altas de informalidad, lo que agudiza la problemática social. Estos aspectos son claves para contextualizar la situación de la región y comprender los estragos que crea la crisis.
La coyuntura internacional impacta diferenciadamente a los países latinoamericanos. En la región existen economías especialmente vulnerables ante la crisis. Es el caso de aquellas que están dolarizadas, dadas las limitaciones que esto representa en su política monetaria. Al hablar de vulnerabilidad, es importante recordar el vínculo directo que tienen las economías de la región con los mercados internacionales. Es por esto que dentro de este grupo también se encuentran los países dependientes de las exportaciones de materias primas, como el petróleo y los minerales. Finalmente, no se puede dejar de lado a países con altos niveles de endeudamiento y con pocas reservas monetarias para solventar la crisis.
La demanda de recursos para financiar las medidas ante la crisis del COVID-19 es enorme. Mientras más restrictivas son las medidas, la demanda de recursos es mayor. Al pensar en el financiamiento para los próximos años es importante que cada país tenga en cuenta la recaudación tributaria, la existencia e, idealmente, la reducción de flujos ilícitos y el endeudamiento, no solo del sector público, sino también del privado. Además, la creciente necesidad de recursos plantea nuevas dudas acerca de los beneficios y de los niveles de transparencia que los sistemas multilaterales y bilaterales de financiamiento ofrecen. El financiamiento por el que opte cada país debería considerar diversos aspectos. Algunos de éstos son las características de su sector público, la institucionalidad y la capacidad de la sociedad civil para auditar la deuda.
Además, según la situación de cada país, se han puesto en marcha diferentes programas de apoyo a empresas y hogares. Éstos van desde la provisión de alimentos y la realización de transferencias de efectivo, hasta la creación de fondos y planes para apoyo y reactivación empresarial. La proporción y el alcance de estos programas depende de cada economía. Sin embargo, altos niveles de informalidad y bajos niveles de bancarización en la región han dificultado la instrumentalización de estas medidas.
Un sistema financiero sólido, con suficiente liquidez, es clave para dinamizar la economía de la región. Ahora es más importante que nunca que los sistemas financieros de cada país permanezcan flexibles y logren adaptarse a las necesidades heterogéneas de los hogares y sistemas productivos.
Sin duda la crisis a la que se enfrenta Latinoamérica nos plantea múltiples retos. A pesar de eso, el panel virtual cerró con una nota positiva: enfatizó que ésta también puede ser una oportunidad para sentar las bases de una economía y un sistema de protección social funcional y universal en la región.