Economic recession in 129 low- and middle-income countries due to pandemic-related measures and border closures may have indirectly killed hundreds of thousands of children under the age of five during the first year of the global health crisis.
Findings published on February 23rd in the scientific journal PLOS One shed light on a hidden number of deaths from COVID-19. Young children died not from the disease but from disruptions in food and drug deliveries, closed health clinics and delays in childhood vaccinations due to precautions to reduce the spread of the virus. Estimates suggest nearly half of the excess child deaths occurred in sub-Saharan Africa.
“This is a very sensitive age group to economic shocks, and their situation is not in dispute,” says Joseph Millward, Senior Research Data Analyst at the Johns Hopkins Center for Communication Programs and one of the new study’s authors. “Many of the countries in our analysis have relatively young populations with little access to stable housing, clean water, food and primary care. These children’s health is highly susceptible to reductions in their families’ economic well-being. These are side effects of the pandemic.”
Researchers believe this to be the first article to provide estimates of the impact of COVID-19 mortality on children attributable to economic loss. They used data from the World Bank’s World Development Indicators and the United Nations World Population Prospects.
Number of excess deaths
The model created by these researchers analysed the additional deaths expected in 2020 in children under five years of age with a range of recession rates: a 5%, 10% and 15% reduction in the gross domestic product (GDP) in each of the 129 lower-middle-income countries. In the most conservative case, with a 5% reduction in GDP per capita, researchers estimated that between 279,000 and 286,000 additional lives of children under five years of age were lost due to the indirect effects of the economic recessions associated with the COVID-19 pandemic in 2020. In the Bolivian case, GDP shrank by 5%. The number of deaths of children under five is estimated to reach 30,000. At 10% and 15%, the recessions would lead to more significant losses of children under five, increasing to 585,802 and 911,026 additional deaths.
The economic effects on children’s health depend on whether children contract COVID-19. During confinements, children were unable to receive treatment for different infectious diseases. They also missed out on routine immunisations and were unable to attend school. It could have serious socio-economic consequences today and long-term, as children’s development is jeopardised.
The International Monetary Fund estimates that the global economy will contract by 4.4% in 2020 compared to a contraction of only 0.1 per cent in 2009, during the financial crisis known as the Great Recession. The economic recessions of 2020 could reverse a sustained trend of declining global poverty. Between 42 million and 66 million additional children are likely to fall into extreme poverty. Most of this increase in child mortality manifests itself through adverse effects on diet, environment and health care provision. It is particularly important as lower-middle-income countries face inequity problems in vaccines and the negative impact of economic stagnation.
Recommendations
Policymakers and other public health actors should not focus their programmes and policies only on the direct effects of COVID-19. They also need to ensure continued investments in food supplementation, growth monitoring and comprehensive primary health care to mitigate any further impact on children. Scientific evidence points to the importance of trust and transparency of a government in engaging a community in the public health response.
Increasing vaccination rates will help open up economies that remain under COVID-19 restrictions and help protect the youngest children. As long as low vaccination rates persist, the risk that children’s health will be negatively affected by potential disruptions to economic activity grows. Ensuring access to vaccines and working with communities and individuals to boost vaccine uptake are critical steps. Both can mitigate the future direct and indirect effects of the pandemic.
Text editor: Gabriela Keseberg Dávalos
Efectos de la pandemia de COVID-19 sobre la mortalidad infantil en países en vías de desarrollo
Por Marcelo Cardona M.Sc.
Este artículo fue publicado originalmente por INESAD-Bolivia.
Las recesiones económicas en 129 países de ingresos bajos y medianos del mundo debido a las distintas medidas relacionadas con la pandemia COVID-19, cierres de fronteras y más; pueden haber matado a cientos de miles de niños menores de cinco años en el primer año de la pandemia.
Los hallazgos, publicados el 23 de febrero en la revista científica PLOS One, arrojan luz sobre un número oculto de muertes por COVID-19: niños pequeños que mueren no por la enfermedad, sino por las interrupciones en las entregas de alimentos y medicamentos, clínicas de salud cerradas y retrasos en las vacunas infantiles que son resultado de las precauciones tomadas para reducir la propagación del virus. Se estima que casi la mitad del exceso de muertes de niños ocurrió en el África subsahariana.
“Este es un grupo que es muy sensible a las crisis económicas y su situación no se discute”, dice Joseph Millward, Analista Senior de Datos de Investigación en el Centro Johns Hopkins para Programas de Comunicación, y uno de los autores del nuevo estudio. “Muchos de los países de nuestro análisis tienen poblaciones relativamente jóvenes con escaso acceso a viviendas estables, agua potable, alimentación y atención primaria. La salud de estos niños es altamente susceptible a las reducciones en el bienestar económico de sus familias. Estos son efectos secundarios de la pandemia.”
Los investigadores creen que este es el primer artículo que proporciona estimaciones del impacto de la mortalidad de COVID-19 en los niños atribuible a la pérdida económica. Se llevó a cabo utilizando datos de los Indicadores de Desarrollo Mundial del Banco Mundial y las Perspectivas de Poblaciones Mundiales de las Naciones Unidas.
El modelo creado por los investigadores analizó las muertes adicionales que se esperan en 2020 en niños menores de 5 años con un rango de tasas de recesión: una reducción del 5 %, 10 % y 15 % en el producto interno bruto (PIB) en cada uno de los 129 países de ingresos medios-bajos. En el caso más conservador, con una reducción del PIB per cápita del 5%, los investigadores estimaron que se perdieron entre 279.000 y 286.000 vidas adicionales de niños menores de 5 años debido a los efectos indirectos de las recesiones económicas relacionadas con la pandemia COVID-19 en 2020. En el caso boliviano, ante una reducción del 5% del PIB se estima que la cifra de muertes de menores de 5 años llega a 30.000 niños. Con un 10% y un 15%, las recesiones conducirían a mayores pérdidas de vidas en niños menores de 5 años, aumentando a 585.802 y 911.026 muertes adicionales, respectivamente.
Los efectos económicos en la salud infantil son independientes de si los niños contraen COVID-19. Durante los confinamientos, los niños no pudieron recibir tratamiento para diferentes enfermedades infecciosas, recibir inmunizaciones de rutina y no pudieron asistir a la escuela. Esto podría tener graves consecuencias socioeconómicas no solo ahora, sino a corto y largo plazo, ya que se ha puesto en peligro el desarrollo de los niños.
El Fondo Monetario Internacional estima que la economía mundial se contrajo un 4,4 % en 2020 en comparación con una contracción de solo un 0,1 % en 2009, durante la crisis financiera conocida como la Gran Recesión. Se prevé que las recesiones económicas de 2020 reviertan una tendencia sostenida de disminución de la pobreza mundial, y se espera que, como resultado, entre 42 y 66 millones de niños adicionales caigan en la pobreza extrema. La mayor parte de este aumento de la mortalidad infantil se manifiesta a través de efectos adversos en la dieta, el medio ambiente y la búsqueda de atención médica. Esto es particularmente importante ya que los países de ingresos medios-bajos enfrentan problemas de inequidad en las vacunas y los efectos adversos de la paralización de las actividades económicas.
Una recomendación clave es instar a los formuladores de políticas y otros actores de la salud pública a que no sólo centren sus programas y políticas en los efectos directos de la COVID-19, sino que también aseguren inversiones continuas en la suplementación alimentaria, el control del crecimiento y la atención primaria de la salud integral para mitigar un mayor impacto en niños. Existe evidencia científica que señala lo importante que es la confianza y la transparencia de un gobierno para involucrar a una comunidad en la respuesta de salud pública.
El aumento de las tasas de vacunación ayudará a abrir las economías que permanecen bajo las restricciones de COVID-19 y paralelamente, ayudará a proteger a los niños más pequeños. Cuanto más tiempo persistan las bajas tasas de vacunación, mayor será el riesgo de que la salud de los niños se vea afectada negativamente por posibles interrupciones de la actividad económica. Garantizar el acceso a las vacunas y trabajar con las comunidades y las personas para impulsar la aceptación de éstas son pasos fundamentales para mitigar los efectos directos e indirectos futuros de la pandemia.